Nacida en la ciudad de México en el año de 1965.
Julian Assange, el fundador de WikiLeaks, está detenido en Inglaterra. ¿Es víctima de una venganza de Estados Unidos urdida desde hace meses con la complicidad de dos mujeres suecas, o de su promiscuidad y de las complejas leyes suecas sobre violación?
En cualquier caso, la historia es digna de una película.
Assange es invitado a dar una conferencia en agosto pasado en la ciudad de Estocolmo, Suecia. La encargada de atenderlo es una guapa treintañera y conocida feminista que en su época de universitaria se encargó de que la equidad sexual se respetara en el campus, y a quien se conocía por su tenaz lucha en contra de cualquier forma de discriminación sexual. Sarah, como la llama Richard Padlebury, periodista del Daily Mail que hizo la investigación, y Assange, no se conocían; sin embargo, convinieron en que él se hospedaría en su departamento. La primera noche que estuvieron ambos en la ciudad, salieron a cenar y al regresar tuvieron sexo. A la mitad del acto, el condón se rompió. Al día siguiente, Sarah convocó a amigos y conocidos a una fiesta en su casa, en honor de Assange. Esa noche escribió en su Twitter: “Sentados afuera, casi congelados, pero con el grupo de gente más cool del planeta. Increíble”.
Ese día, Assange había dado la plática al grupo de sindicalistas que lo habían invitado, y en primera fila se sentó una joven admiradora de Assange, Jessica. Esa tarde, después de comer en grupo, Jessica y Assange fueron al cine.
Días después, Jessica buscó a Assange y se vieron en Estocolmo. Jessica lo invitó a que se fuera con él a su ciudad y pagó los dos pasajes porque él no tenía dinero y le dijo que no quería usar sus tarjetas porque la CIA lo podía rastrear. En el departamento de Jessica, tuvieron sexo en dos ocasiones. La segunda vez, Assange no usó condón. Ella dice que se molestó, pero fueron vistos desayunando juntos muy amigablemente.
Jessica se quedó preocupada pensando que podría haber contraído una enfermedad sexual y llamó a Sarah, a quien le contó todo. Así se enteraron ambas mujeres de que habían tenido sexo con el mismo hombre.
Unos días después, Sarah y Jessica van con la policía, Jessica quiere saber si puede obligar a Assange a hacerse una prueba de SIDA. La mujer policía que las interroga concluye que Jessica fue violada y que Sarah padeció abuso sexual. La prensa se entera. La procuradora desecha el caso por considerar que se trata de ofensas menores y no violación. El caso se sale de control. Assange es mundialmente conocido y la prensa se desata. Las mujeres sostienen frente a los medios que no son agentes del Pentágono y que el acusado es un hombre que no sabe aceptar la palabra “no”. Un conocido abogado por su interpretación amplia del delito de violación toma el caso. En septiembre el caso se reabre.
¿Despecho o complot internacional?
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