Y en 1939 ¡Oh sorpresa!, el destacado director Adolfo Best Maugard filma lo que es quizá la escena más audaz en una película comercial mexicana hasta los años 80, pues en el filme de suspenso "La mancha de sangre" se atrevió a presentar imágenes de cabaret en las que hombres con mujeres bailan desnudos "de a cachetito "y las parejas en la penumbra, realizan sobre camas de latón, lo que se dijo eran "tenaces y provocativas calistenias".
Un año antes, en 1938, ocurre una revolución que sensualiza todas las piernas femeninas: surgen las medias nylon, baratas, transparentes y con una variedad de colores sin precedente mientras el liguero se independiza de la faja o el corsé
El gusto dura poco, pues con el estallido de la segunda guerra mundial, la necesidad de fabricar paracaídas para las tropas, hacen escaso el nylon.
Afines de lo s años 30, los galanes de barrio que arrancan deseos inconfesados aún entre las "mujeres decentes" son los tarzanes, con el pelo largo estirado hacia atrás formando una "cola de pato" y envaselinados para sostener al frente descomunales copetes. Esos" ligadores" de antes usaban camisetas a rayas horizontales y anchísimos pantalones sostenidos por no menos anchos tirantes.
Pero en la década de los 40 los que causan furor entre las damas son los pachuchos, cuya apantallarte apariencia traía de allende el Bravo consiste en enormes sacos a cuadros, pantalones tan anchos como los de los tarzanes, pero cerrados en los tobillos, camisas tropicales con el cuello sobre el saco y cadenas colgantes entre el cinturón y el bolsillo del pantalón.
Los cabarets cunden por todos lados, llámense Río Rosa, el Babalú o el Waikiki y como en pocas épocas, aún en los más "rascuaches" se mezclan lo mismo ricos que pobres, intelectuales, artistas y pistoleros.
Del furor cabaretero surgen películas no muy picantes, pues en 1941 se expidió el primer reglamento de supervisión cinematográfica, pero si de ambiente sórdido o bullanguero con títulos sugerentes como "El Ángel caído, Ángeles del arrabal, Coqueta y El pecado de Laura".
En tanto la revista "Vea" hace su agosto retratando las suculencias de las estrellas a las que en el teatro Follies primero y en el Tívoli después les grita el público "mucha ropa". Incluso el clamor de " ¡Tívoli, Tívoli! " se convierte en exhorto en serio o en broma a desvestirse.
Pero en 1946 aparecen revistas más audaces: "Forma, revista de desnudo total y "Natura", que toma como pretexto los campos nudistas para mostrar chavas al natural.
Estas revistas sufren periódicamente los embates de las Ligas de la Decencia y los avatares de la aplicación del Reglamento de Revistas Ilustradas emitido en 1944.
Paralelamente, se expanden las novelas eróticas o francamente descriptivas de una sucesión de actos sexuales que comenzaron a venderse desde los 30 a la salida de cabarets, cantinas y cines. Algunos títulos son elocuentes: "40 noches con María Magdalena, La Venus bolchevique, El diario de una masajista, Mamíferas de lujo, Memorias de una masoquista, Vegetarianos del amor, El otro, El pájaro en la jaula, y La virgen de 18 kilates.
Y la moda femenina de los años 40 da otro giro. Se estila la ropa con cinturas muy apretadas, con faldas o vestidos que enfatizan con sus pliegues caderas y glúteos rotundos. Por si fuera poco , la lencería negra, antes privativa de las llamadas "mujeres malas", ya es vista como "elegante" y junto con la blanca sustituye a los azules o rosas pastel de años anteriores.
Obviamente, las pantaletas también sufren el embate de la sensualidad y de las antiguas y fofas "bombachas" se pasa a modelos ajustados al cuerpo y más breves, aunque todavía no tanto.
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